«Mola esperaba nuevos
aviones de Alemania. El 7 de abril por lo menos uno de ellos llegó a Sevilla
con una tripulación rubia procedente directamente de la «Vaterland». El piloto
era un joven de veinticinco años, —Hans Sobotka—, y el aparato era el más
rápido bombardero mediano “Dornier 17”» (El
árbol de Guernica de George L. Steer).
Durante la guerra civil
española el diario The Times envió al
periodista británico George Lowther Steer (1909 — 1944) a cubrir los
acontecimientos en el frente de Euskadi. Después escribiría The
tree of Guernica. A fiel study of modern war, una crónica vibrante donde
denuncia los inhumanos bombardeos de la aviación alemana e italiana sobre la
población vasca. Recuerdo que al leer este libro me impactó el relato del
derribo del Dornier 17 por la manera en la que iba compuesto un miembro de la
tripulación. Resultaba chocante, tanto que parecía sacado del guión de una
película. El combate aéreo fue presenciado por Steer desde el Arenal, frente al
hotel Torróntegui. A continuación os dejo resumido en 956 palabras el relato
que hacía Steer del derribo del Dornier 17:
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Dornier 17 el Lápiz volador |
El «Dornier 17» era
un avión de aspecto atractivo, con un largo y esbelto fuselaje por el que los
alemanes le denominaban «el lápiz volador». Sus dos motores desarrollaban una
velocidad de 450 kilómetros por hora, y Sobotka, por tanto, era más rápido que
todos los cazas puestos al servicio del Gobierno de Bilbao y también que los
aviones insurgentes de escolta con base en Vitoria. Podía transportar una carga
de 900 kilogramos de bombas a una distancia de 2400 kilómetros.
(…). Hans Sobotka
salió de Berlín el 6 de abril, a las nueve veintidós de la mañana.
(…).
Ese mismo día, el
jefe de la Policía de Berlín les proporcionó a él y a sus dos compañeros (uno
de ellos, un muchacho de aspecto muy raro, según veremos más adelante), pases
especiales para realizar un viaje… «para y a través de España» («Nach und durch
Spanien»), (…).
(…). (Sobotka) Era un
muchacho bien parecido, de cara ancha, pelo bien engominado, ojos
insignificantes y labios finos, barbilla hundida, vestido con un traje muy
holgado y suelto de lana, con rayas muy anchas para el gusto inglés.
Documentación de Hans Sobotka
El 18 de abril era
domingo y en el frente no había mucho movimiento, pero en Bilbao los aviones
facciosos hostigaron mucho, manteniendo a nuestras sirenas en chillido
constante. (…), dos bombarderos bimotores surgieron entre las nubes de un claro
azul. Luego se oyó un confuso ruido de motores que aumentaba de pronto y volvía
a acelerar después, cubriéndose uno a otro, según parecía. Más tarde, una
fuerte explosión, un furioso desboque de motores y repentinamente, a lo largo
de la ladera de Begoña, frente a mí, se sintió una vertiginosa sucesión de
bombazos. Resplandores, estruendo, estruendo, resplandores, estruendo
prolongado y humo.
Había una gran
muchedumbre bajo el puente viejo. Al Sur, un avión salió de la nube, humeante,
y se vio que el otro cabeceaba un poco. El primero fue perdiendo altura
rápidamente y se estrelló en llanas en una loma al oeste del Nervión, en
Galdácano.
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George L. Steer |
Llevaba a Hans
Sobotka y a sus dos amigos alemanes.
Esta tercera
incursión del domingo 18 de abril, según supe, fue llevada a cabo por tres
aviones «Dornier 17» y dos «Heinkel 111». El aeropuerto del viejo campo de polo
de Lamiako, cerca de la zona montañosa que da al Nervión, fue alertado por los
observadores del Sur, y cuatro cazas rusos, tripulados por pilotos españoles,
despegaron. Estaban comandados por el joven Felipe del Río. Acecharon, volando
a baja a altura, entre los bancos de nubes que cubrían la zona en que el valle
abraza el viejo Bilbao, y cuando los alemanes salieron al cielo abierto, se
abalanzaron sobre los tres «Dornier» desde la cola, sin ser vistos. Los servidores
de las ametralladoras de los tres estaban mirando hacia delante. Casi no hubo
lucha.
En un minuto, las
ametralladoras del «Boing» de Del Río agujerearon el «Dornier» que iba a la
cabeza, tripulado por Sobotka. Otro se encargó del «Dornier» que iba un poco
más atrás: una bala debió alcanzar al piloto, porque le avión empezó a fallar.
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Restos del Dornier 17 de Sobotka |
Los otros tres
aviones alemanes se dieron la vuelta; es lo único que podían hacer. Los dos
averiados dejaron caer sus bombas al mismo tiempo, y del de Sobotka surgieron llamas
y humo a lo largo del fuselaje, entre los extremos del timón de dirección, tipo
cometa, corriéndose por todo el «lápiz volador» como un apretado velo. Del Río
le persiguió, disparando hasta que cayó en Galdácano en medio de una bola de
fuego, de la cual los tripulantes se arrojaron demasiado tarde. Del Río y los
otros tres cazas persiguieron al segundo «Dornier» averiado, que corrió una
suerte similar cerca de Villarreal.
(…).
Hallamos que el
«Dornier» tenía un equipo de tres hombres. Sobotka y dos compatriotas.
(…).
El cuerpo de Sobotka
descansaba sobre la hierba, con la espalda casi carbonizada, medio encorvado
hacia arriba a lo largo de la espina dorsal. (…). Sus brazos estaban todavía
sobre la cara, como pintando su muerte terrorífica, y los debió alzar en su
última agonía antes de chocar contra el suelo. (…).
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Polikarpov I-15 Chato |
Los otros dos
alemanes cayeron en el Nervión. Trataron de saltar en paracaídas, pero los paracaídas no tuvieron tiempo de abrirse y se estrellaron contra el agua,
muriendo del golpe. Uno de ellos estaba bastante gris, pero fue el otro el que
dejó estupefactos a los vascos, que no estaban acostumbrados a cosas como
éstas. Jamás habían visto nada igual. Le dieron la vuelta a aquel cuerpo largo
y rubio. Tenía la cara magullada, pero así y todo les pareció algo
extraordinario: sus cejas estaban depiladas y la boca pintada de rojo. No del
rojo de la sangre que corría por el extremo del labio. Observaron que sus manos
eran blancas y muy finas. Las uñas tenían hecha la manicura y estaban primorosamente
cortadas en punta y barnizadas. Muy raro.
Los sencillos vascos
colocaron el cadáver, un tanto confusos, en un automóvil y lo enviaron a la
Sanidad Militar. Era extraño, pensaron, que los alemanes utilizaran mujeres
como pilotos de guerra. ¿Qué es lo que iban a inventar después?
En Bilbao, sin
embargo, los doctores de la Sanidad Militar eran hombres de experiencia.
Desnudaron el cadáver y lo examinaron detenidamente. Tenía afeitado el pelo de
las axilas y llevaba ropa interior femenina de seda color rosa. Pero llenaba, a
duras penas, los requisitos de virilidad, y el caso quedó anotado como uno de
los más pintorescos incidentes de la guerra civil.
(…).
El balance del
bombardeo, de tres minutos, fue de 67 muertos y 111 heridos. Una franja de
destrucción se extendió tersa sobre la parte vieja y Begoña, partiendo desde le
golpeado muelle a orillas del Nervión, donde las pescadoras vendían anchoas.»
George Lowther Steer tiene una calle con su nombre en Bilbao. El periodista tenía 28 años cuando vino a cubrir la guerra en Euzkadi.
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Felipe del Río Crespo |
El capitán y As de la aviación Felipe del Río Crespo,
de 24 años, moriría cuatro días después cuando combatía contra una escuadrilla
de Messerschmitt
BF 109 sobre el aeropuerto de Lamiako. Había nacido en Nueva Montaña, Cantabria,
el 9 de septiembre de 1912. Se le describe como un joven atractivo, moreno de pelo, baja estatura (1,66 m), de carácter afable y simpático. Cuando derribó el Dornier 17 de Sobotka, Del Río
pilotaba un Polikarpov I-15 ruso, conocido popularmente como «Chato». Contaba
con 7 victorias.
Era medíodía, 22 de abril, entrando la tarde, un día claro, cuando el Polikarpov I-15 de Del
Río fue derribado. Los bombarderos alemanes volaban bajo, escoltados por una
escuadrilla de modernos Messerschmitt BF 109, más rápidos que los Chatos. Su objetivo era la central eléctrica de la
Babcock Wilcox.
Objetivo que no lograron.
Del
Río fue derribado por dos Messerschmitt de 2 ª Escuadrilla del grupo J/88 de la Legión Cóndor, algo pasadas las 4 de la tarde.
Tuvo tiempo de saltar en paracaídas, mientras su aparato estallaba en mil
pedazos. Cuando descendía indefenso, balanceándose en el paracaídas, los dos Messerschmitt
volaron a su alrededor y lo ametrallaron. Un mes después, derribaron y ametrallaron cuando descendía en paracaídas al sargento José Díeguez. En junio, el teniente Tomás Baquedano, derribado por el Me-109 pilotado Rolf Pingel, fue ametrallado tras lanzarse en paracaídas y caer al mar cuando luchaba indefenso con las olas. La época del Barón Rojo y sus «Caballeros
del Aire» quedaba lejos.
Del
Río llegó con vida al suelo y quedó envuelto en su paracaídas. Emitió algún
sonido, pero murió enseguida. El piloto alemán que lo derribó fue el teniente Radusch.
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Messerschmitt BF 109 |
La mañana del sábado
24 de abril de 1937, a las 9 horas, se celebró la ceremonia por el alma del
capitán Felipe Del Río en la iglesia del Carmen de Indautxu. Al finalizar el
sepelio, el cadáver se trasladó a Getxo.
Felipe del Río tiene
una calle en el municipio de Leioa.
El
teniente 1º Hans Sobotka pilotaba un Dornier Do 17, apodado por los alemanes Fliegender Bleistift (Lápiz Volador).
Hans
Sobotka (este apellido es polaco) fue enterrado con honores en Berlín, en el cementerio
Invaliden. En España se le concedió a título póstumo la Cruz de España de
bronce, por parte de los sublevados.
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Hans Sobotka |
En
Alemania, la familia de Hans Sobotka fue invitada a Berlín para celebrar un
acto de reconocimiento al joven piloto de la Legión Cóndor. Cuando el padre de
Sobotka, el coronel Camillo Sobotka, combatiente en la I Guerra Mundial, de
origen judío, quiso acudir al evento fue advertido de que su pasaporte tendría
que ir sellado con una «J» y añadir como segundo nombre «Israel».
El
coronel lo consideró una ofensa y protestó ante el gobierno alemán. Tuvo que asegurar
que Hans Sobotka era hijo ilegítimo, y no del todo judío puesto que su madre
era cien por cien aria, y pedía que se le eximiera de estampar los infamantes sellos
en su pasaporte.
Asimismo,
la hermana de Hans, Ruth Sobotka, solicitó que se la eximiera de llevar en el
pasaporte la «J» de jüdisch y como segundo
nombre el de «Sarah».
La Cancillería del Führer
respondió a su petición acogiéndose a la «Ley de la familia y el nombre» del
05/01/1938, de la cual enviaron copias, negándoles la posibilidad de eximir de
los pasaportes la «J» y el segundo nombre, que los señalaba como judíos.
Finalmente, tras un fatigoso
y largo intercambio de correspondencia entre la familia y las más altas
autoridades del III Reich, el gobierno alemán cedió, en atención al piloto
fallecido y a la ascendencia aria de la madre, y el coronel Camillo Sobotka, de
72 años, pudo visitar la tumba de su hijo Hans sin ser marcado como judío.
Ruth Sobotka se casó
con un soldado alemán y pasó a ser considera como de sangre alemana (deutschblütig).
Los
otros dos miembros de la tripulación del Dornier 17 de Sobotka eran los
sargentos Otto Hofmeister y Friedrich Müller.
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Formación de Dornier 17 |